Hablando en "argentino" - 1


Los argentinos hablamos en un idioma nacido del antiguo castellano pero crecido en diferentes lugares con distintas variaciones.

¿Es malo eso? No lo es. Es un fenómeno natural que ocurre con todos los idiomas y lenguas de este cambiante mundo en que vivimos.

¿Y qué particularidades tiene ese "idioma argentino"? En realidad, tiene tantas particularidades en cada lugar del país que no puede considerarse un único idioma. Y esas particularidades se deben, dicen los que saben, a las distintas influencias por parte de los grupos indígenas y a las inmigraciones extranjeras. Al menos, eso dicen en internet.

La gente culta acepta menos los cambios y sigue hablando de una forma parecida a la de sus mayores venidos de la península ibérica. Pero la gente común, que es la mayoría, usa menos palabras del castellano y las combina con muchas otras venidas de muy diferentes fuentes.

Echemos un vistazo a algunos de esos cambios.

Los españoles que pronuncian bien el idioma (y no pocos argentinos que también lo hacen) diferencian el sonido de tres letras sibilantes (que suenan con "soplando"): la "s", la "c" y la "z". Pero mucha gente común pronuncia las tres como "s" y no dice "ciruela" (haciéndola sonar "ziruela") sino siruela, o cambia "zapato" por "sapato".

Una "ll" (doble ele) que tiende a aceptarse como dos letras "l" seguidas, no es pronunciada así como debería sino que en muchos lugares del país la han cambiado por una "y" y pronuncian "yama" en vez de "llama", "yave" a cambio de "llave" o "yanto" por "llanto". Pero no es así en todo el país. En la provincia de Corrientes, y por influencia del guaraní que también se habla allí, la "ll" suena, y muy marcada.

Pero en otros lugares del país, el "ll" fue reemplazada por una "i", y dicen "cabaio" y no "caballo", o "iave" en vez de "llave".

Y hay modificaciones todavía más sorprendentes para los turistas que llegan de la Europa hispanoparlante.

En la provincia argentina de La Rioja y en su vecina provincia de Catamarca hacen sonar la "rr" con una "y", y dicen "yisa" en lugar de "risa", o "ayeglo" por "arreglo".

No somos pocos los argentinos que nos "comemos las eses" (ojo, dije "las eses", no "las heces") cuando aparecen al final de una sílaba. Y contamos "uno", "do", tre,... o decimos "ustede", "vo", etc.

Y para terminar esta primera "pasada" por el tema, los argentinos comunes hacemos un desastre por los llamados "pronombres enclíticos", es decir, los que se agregan a un verbo al final, incorporado a la palabra.

Supongamos que invitamos a alguien a tomar asiento. Si hablásemos bien diríamos: "siéntese" pero por estos lugares podemos escuchar que lo dicen acentuado al final: "sientesé".

Y pasaría algo peor con "agárrenlo", donde podríamos escuchar no apenas un "agarrenló" sino, lo que es más increíble, un "agarrenlón". Pero eso merecerá otra parte de la nota que, si les parece, publicaremos más adelante.

Kon hafeto cinsero
Prof. Daniel Aníbal Galatro
Esquel - Chubut - Argentina
Abril de 2014
danielgalatro@gmail.com
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http://elportaldeolgaydaniel.blogspot.com.ar/

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