Que por Mayo es también un volcán


Que por mayo era por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuando es de día
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba al albor.
Matómela un ballestero;
déle Dios mal galardón.


¡Hola, amigo!
Que Mayo está ya con nosotros. Dime qué haremos con él.
¿Haremos como el prisionero que se conformaba con una avecilla para conocer cuándo era noche y cuándo era día hasta que también la perdió?

El Romance del prisionero es uno de los más conocidos romances del Romancero Viejo. Compuesto anónimamente durante el siglo XIV y el siglo XV, aunque por su carácter épico se puede intuir que ya eran cantados por los juglares desde los orígenes de la épica, allá por el S.XIII. Pertenece a los romances líricos.

Mientras una nube oscura se deja caer sobre Esquel portando las cenizas humedecidas que surgieron del profundo vientre de un volcán llamado Calfú-co ("Calbuco", para los extraños), quizá se replique en algunas almas esa sensación del prisionero.

Porque Esquel es una ciudad amurallada por elevaciones de piedra naturales esculpidas hace muchos milenios, allá en la era Secundaria, a finales del Cretácico tardío, por el movimiento de subducción de la placa de Nazca debajo de la Placa Sudamericana. Una especie de cuenco protegiendo un abrojal que busca recostarse contra su madre, la imponente cordillera.

Pero ese encierro está quebrado por encima, ya que habitualmente nada separa las almas que alberga de un cielo infinito que les recuerda su destino de gloria.

Por eso, cuando en días como éste en que las nubes cenicientas intentan formarle una cubierta indeseada, sucia y agresiva, y aún sabiendo que con los siglos la hará más fértil, ¿qué menos que sentirse el prisionero del romance y ver el volcán como el ballestero que mató, al menos por un tiempo, la avecilla-cielo que nos recordaba cada nuevo albor?.

Mientras siento, o creo sentir, un ardor molesto en ojos y garganta, y elevo la esperanzada mirada buscando ver el final de este suceso que se nos ha dado vivir, extiendo mi mano para tomar tu mano deseando hagas lo mismo porque juntos siempre todo lo difícil se hace más soportable.

Daniel Aníbal Galatro
Esquel - Chubut - Argentina
1° de Mayo de 2015

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